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Los laberintos de Dick

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| Ensayo |

©2021, Eugenio Zigurat

 


Philip K. Dick es punto y aparte en la ciencia ficción, en la literatura en general.

Su padre Joseph eligió, con su madre, heredarle el apellido materno Kindred a manera de segundo nombre. La historia no lo consigna, pero acaso juguetearon con la posibilidad de ponerle como al padre: lo que hubiera arrojado Joseph K... sometido al Proceso de la vida, siempre con la rara idea de ser el responsable de la desaparición de su hermana melliza Jane Charlotte Dick... Nacidos prematuramente seis semanas antes del término. Y ella, muerta seis semanas después de su parto... ¿Coincidencias? ¿Tantos seises (nacen el 16, ella muere el 26) no les da urticaria del pensamiento?

De acuerdo a cierto investigador colombiano, Guillermo Sánchez Trujillo, Franz Kafka estaba tratando de hacer su propia versión de Crimen y castigo. ¿No estarán relatando,los libros de PKD, el largo, elusivo e incognocible proceso ejercido contra él desde un insondable metajurado por la muerte de su hermana?

En una de sus primeras argumentaciones, Sánchez Trujillo correlaciona un sueño entre las obras que compara: la obsesión de Raskolnikov con su hermano muerto con el montículo de una tumba recién cerrada que mira Joseph K. Y la imagen de la hermana en la tumba será una que perseguirá a Dick por siempre.

Al elegir su nombre de autor, Philip dejó la K., como evidente indicio de lo aquí expuesto....

De la sensación de un dios tras sus pasos, al pulso de los juegos de azar, a la iluminación mística de rayos rosa de SIVAINVI,  Philip cruza un pasaje de expiación terrible. Paranoia, azar e iluminación. La triada dickiana. Su obra es la concreción de intuiciones, la ficcionalización de  sentires. Es la crónica de un hombre marcado por los dioses, condenado a vivir paupérrimamente, a echar manos de las drogas como único combustible efectivo para sacarlo del atolladero.

 

En varias de sus novelas, es posible encontrar la silueta vaga, remota o concreta de un Dios a la caza de sus pasos. Relatando su experiencia sobre la escritura de Los tres estigmas de Palmer Eldritch llega a confesar que, cuando se encaminaba a su pequeño estudio, le tocó mirar entre las nubes el casco griego de un dios tratando de atravesarlo con su tridente.

Palmer Eldritch es la traducción descafeinada de su descripción, cuando menos en su apariencia, pues la novela se encarga de relatar esa facilidad con que es posible perder las fronteras de la propia historia cuando se busca una suerte de verdad, de guía entre la ominosa neblina de este camino.

Philip ensaya en ese mismo periodo de escritura al menos tres versiones de esta pérdida: en la mencionada novela (Los tres estigmas de Palmer Eldritch), en Ubik y en Laberinto de muerte.

Tres coordenadas para un mapa polidimensional. Hay un dios, o remedo de éste, que somete a escrutinio y juicio a los seres humanos. En Los muñecos cósmicos esta noción aparece más descarnada, no son dioses ocultándose de la mirada del hombre, son dioses a la griega que interactúan maliciosamente con la humanidad y la modifican, la atemorizan... El azar como un aliado de los oscuros dioses dickianos se va a plasmar de muchas maneras. Está en los juegos de cartas de Torneo mortal (The game players of Titan), está el I-Ching como oscuro y terrible oráculo, mismo que Dick empleara en su momento para escribir El hombre en el castillo, están los sorteos de inteligencia que decidirán los destinos brillantes o terribles (miedo a lo soviético) en Nuestros amigos de Frolik 8 a manos de un gobierno copado por mutantes que son reducidos a subnormales en cuanto los Frolianos llegan a la Tierra.

   El azar como dictaminador, como arma punitiva de los diosesoscuros. Y, finalmente, en la etapa mística, no hay un instrumento; en su lugar hay símbolos que transparentan, develan la terrible verdad: el imperio romano no ha terminado, nunca acabó y más que un puñado de dioses griegos, hay un panteónromano, decadente, agónicodetrás de estos oscuros atisbos de las crueldades de los dioses. Lo que Philip mirara camino a su despacho de escritura, era un casco, un tridente de gladiador romano tratando de detenerlo en el circo de la vida intelectual.

 

De hecho,desde el principio de su estreno como novelista, el tema detrás y enfrente es el azar. En La lotería solar está ese retrato sobre los superdotados, sobre el azar imponiéndose desde los gobiernos a la selección natural, a la selección de las especies... misma que va a verse repetida en Torneo mortal, donde inclusive nuestros hermanos mayores extraterrestres, intervienen para tratar de orientar a esta raza perdida en la maraña de los estímulos que prácticamente se ha auto obliterado en ese empeño guerrero.

Los juegos de azar como arma definitiva de los númenes oscuros.

Las drogas como conducto a los númenes barbáricos se revelan también desde las tres novelas laberínticas, se amplían con Esperando el año pasado con  Fluyan mis lágrimas dijo el policía (¿qué es un toxina, sino una forma mortal de la droga?) y con Una mirada a la oscuridad, donde los atisbos de los verdaderos adictos encuentran un mundo sombrío y terrible, como los ángeles de el cuento corto En la tierra umbría, como las posguerras psicodélicas en esa otra maravilla de la brevedad: Síndrome de retirada.

Todo es aparente, la realidad es un velo que se rompe apenas, se rasga con el tiempo, como en la noveleta Los temponautas.

 


En su etapa mística, en ese momento en que escribe SIVAINVI (VALIS), Radio Libre Albemut  donde inicia, como sugería Porcayo (no me acuerdo dónde), la inauguración de la autoficción pues opta por borrar también los límites entre la ficción y la no ficción; opta por no poner un empeño racional discriminatorio en interpretar todas aquellas coordenadas que para él representan los puntos clave de su vida. Los símbolos empiezan con la revelación del pez cristiano, con la fulguración de ese dije que le revela a Philip que aún se encuentra en un imperio, que la comunicación cristiana debe ser secreta.

El contacto con una entidad distinta al dios que lo caza (necesariamenteun dios menor...),SIVAINVI, por el contrario, se plantea, tras ese intento de no racionalizarla como la entidad coherente que lo reconciliará con la vida y que le muestra el mundo de apariencias en que vive.

Hacia el final de su vida, Dick creía haber encontrado ya un brújula para orientarse en este laberinto de espejos y apariencias. Gran parte de sus concepciones va a verterlas, sin cedazo alguno, en sus 900 páginas editadas de su Exégesis, un compendio de intuiciones, de 'conceptos vueltos preceptos'.

 

De la sensación de un dios tras sus pasos, al pulso de los juegos de azar, a la iluminación mística de rayos rosa de SIVAINVI, Philip cruza un pasaje de expiación terrible.

 

Philip, Amacaballo Fat en SIVAINVI, cruza el desierto de realidad con la noción del acecho de los dioses menores, con las tentaciones extendidas a lo largo y ancho de su vida, y con la entereza de saberse narrador, de saber que sólo tiene una manera de conquistar aquella cima, la misma que le endilgara a su profeta en ¿Sueñan los androides con ovejaseléctricas?, Mercer, ese anti Sísifo que sube la cuesta mientras es apedreado, como Esteban, en su cuesta arriba, en ese loop, ese rizo que se repetirá una y otra vez para ser receptáculo de la empatía de los humanos, los únicos capaces de ejercerla; de experimentar esa singularidad moral y ética; ese padecer la carne en la carne del otro.

Paranoia, azar e iluminación. La triada dickiana.

La trinidad de un autor que supo rescatarse a sí mismo del naufragio de la vida, en la vida y plasmarlo en libros que aún podemos consultar, explorar, gozar o indagar en formasimilara la que Dick empezó a hacerlo.

Philip quisorepresentar a los hombres con el subproductoideal de su narcisismo, con androides; como marcando esa repetición de los pecados; hijos de los dioses oscuros condenados a repetir las historias de sus padres.

En la comunión de la droga, en el escape al más allá. O en la sustitución de éste,como Joseph K., a diferencia de Rodión Raskolnikov, Dick siente la presencia de la policía de la vida, de la policía física, incluso de la policía de los sueños mucho antes de comprender exactamente el crimen del que se le acusa.

A cambio, surge la paranoia culpable, la consciencia exacerbada que puede ser múltiplee imaginaria que lo lleva a indagar, a encontrar la puerta a nuevas violaciones.

Leer a Dick puede ser todo eso, o más simple: el ingreso a un laberinto de cuestionamientos que terminarás haciendo tuyos, que acabarás indagando, conmovido por esa alma detectivesca de la filosofía.


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