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Channel: La Langosta Se Ha Posteado
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Monstruos Espaciales I

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©2015, Eugenio Zigurat

Si desde los tiempos inmemoriales la noche terrestre aloja todo tipo de seres abominables, demonios y pesadillas, no resulta extraño que, en cuanto en nuestro inconsciente colectivo existió la posibilidad verdadera, más allá de la mera blasfemia, de abandonar nuestro planeta para hendir el seno de la noche sideral; los miedos empezaran a cambiar y transformarse. A considerar las condenas, las tribulaciones y amenazas  más imparables e inhumanas, venidas allende las estrellas.
     Edgar Allan Poe dio un primer paso, un primer indicio, al apelar a la lógica, a la racionalidad para empezar a explorar desde otros ángulos lo que después se llamaría terror cósmico.
     Nuestras viejas culturas quizá ya intuían este terror, pero desde otro plano, uno donde por cada cosa terrible, cada demonio, existía un ángel, un dios bondadoso al qué clamar, invocar para que la redención fuera posible, para que todo tuviera posible salvación... Si el dios estaba de buenas, si sabíamos cómo ponerlo de buenas...
     Otros tiempos, otras historias. Con la llegada del Romanticismo y el voto por la inteligencia del hombre, por su capacidad enciclopédica, por su destino por primera vez en sus propias manos, con el acuerdo casi unánime de desterrar a Dios, llegó la contraparte...
     El mundo como un cúmulo de naturalezas agrestes, sin sentido y sin Dios. Rafael Argullol aseguraba algo similar, definía aproximadamente así el concepto filosófico del poeta romántico que se rebelaba a ese absurdo destino de nacer sólo para morir. Nacer con la única meta de alcanzar la tumba.
     Edgar Allan Poe habló y habló de la tumba, la temió desde su muy particular trinchera donde la muerte acechaba a cada una de sus compañeras, a cada una de las mujeres que lo rodearon y cobijaron de alguna manera. Exorcisó sus pesadillas imaginando, escribiendo maneras de preservarlas e incluso de huir del aciago destino.
     Los escenarios de Poe, por lo común, son citadinos y sin grandes pirotecnias
     En las Aventuras de Arthur Gordon Pym es la excepción que confirma la regla y la piedra fundacional del género que más tarde tomaría Lovecraft, el viaje a la Antártida sólo lo pone al alcance del umbral mismo del terror. Propone los nuevos paradigmas y abre con ese grito pasmoso, la puerta a la estirpe Cthulhuesca, esa que ahora se ha tomado por literal eso de Horror Cósmico y se ha reproducido ya en tres títulos de Xbox o PS3 conocidos como Dead Space. "Survival Horror in space", pudiera llamarse su género. Una aventura que detona desde esos miedos a la muerte y las terribles aspiraciones y volcaduras que hacemos cuando, para contrarrestarlo, empezamos a creer en nuevos cultos que, como todas las religiones, prometen vida eterna.
     Hablar de esa trilogía de videojuegos sería no sólo tardío, sino hasta absurdo, puesto que la misma franquicia se ha detenido, dejando fans aún sedientos de más efectos especiales sacados, conceptualmente de The Thing (Carpenter, 1982) y más de ese horror y esa fantasía del viaje estelar.
     ¿De qué vamos a hablar pues en la segunda entrega? De dos novelas y dos comics y dos películas, de la trama todo que hilvanan estos títulos con esa soltura y desfachatez que sólo un género como los videojuegos puede permitirse.
Abur... por hoy...


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